4.6.08

¿SERÁ?

Un día, sin saber cómo, debí ofenderla gravemente. Una ofensa de las que duelen, un golpe en la parte más sensible de su anatomía, una decepción profundamente instalada.
Un día, sin saber cómo, me dio la espalda. Se alejó de mi lado sin ningún remordimiento, sin cartas de despedida ni portazos enérgicos.
Y yo sigo sin saber qué le hice, en qué momento la indigné de tal forma que puso toda la distancia que pudo entre nosotras.
Cualquier día me acerco y le pregunto...

¿Cuánto falta para que me perdones, buena suerte?

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