8.5.07

AQUEL ÚLTIMO CAFÉ

Ahí está. Como cada martes, puntual. Abre la puerta, entra sin levantar la vista, sin mirar a su alrededor, directa a la barra. Deja el abrigo doblado en el taburete de al lado, el día que no hay taburete libre se lo deja encima de las rodillas, tan perfectamente colocado, tan cuidadosa en cada movimiento... espera a que el camarero se dirija a ella, como siempre, nunca lo llama ni lo busca con la mirada. Le da los buenos días y pide un café solo, corto por favor. Una rutina como cualquier otra, bien sabe de sobras el camarero como le gusta el café. Tan segura de si misma, tan independiente, nunca busca conversación, abre su carpeta, revisa unos papeles, sonríe al leer algo. Tan perfecta. Tan perfecta como los círculos que hace al mover el café, esperando con paciencia a que el azúcar se disuelva por completo. Tan calmada como debe ser su respiración. Deja la cucharilla con cuidado junto a la taza, con tanta delicadeza...como si en cualquier momento el acero se fuera a desintegrar y sólo ella pudiera evitarlo, que nada rompa el equilibrio. Se bebe el café en dos sorbos, lentos, pausados, deja la taza en la barra y vuelve a esperar a que el camarero se le acerque para pagar. Nunca está más de diez minutos. En diez minutos semanales me ha robado el sentido. Que poca importancia tiene el tiempo ahora, diez minutos...llevo toda la vida escondiéndome, tras una máscara para la mayoría, tras esta columna una vez por semana. Hoy no me voy a esconder, me llevo a cuestas el miedo y la vergüenza, hoy me acerco a ella, tan perfecta, tan segura...me presento, le pido papel, un boli, lo que sea. Hoy dejo de esconderme, porque ella es tan perfecta...

Menos mal, parece que hoy no hay mucha gente. Ya soy muy mayor para que me sigan incomodando tanto estas cosas, joder ni que me fueran a comer...bueno da igual, tú mira hacia el suelo y entra rápido. Algún día tengo que superar esta vergüenza, esta inseguridad. A ver si no tarda mucho el camarero, con la prisa que tengo. Buenos días. Un café solo, corto por favor. Llevo viniendo a este café ¿cuánto? ¿tres meses? y vaya gilipollas este camarero, ni un hola, ni un gracias, tal vez ni se ha fijado que vengo cada semana, seguro que no, invisible debo ser, hace bien el café, que más quiero. Vaya el tío ese otra vez, por favor que tío más raro. Siempre mirándome, pero que descarado, que asco. ¿No se dará cuenta de que lo veo en el reflejo del cristal? claro que se da cuenta puto obseso. Mi café, menos mal. Que no se me olvide comprar el regalo de Mónica...mejor me lo apunto, qué bien se lo va a pasar este finde, qué bien nos lo vamos a pasar!! Venga chaval ven a cobrarme ya...que poca sangre que tiene por dios! Y el tío este?joder no se cansa...y ahora qué...joder que se levanta! Venga dame el cambio...cómo le vea intención de venir hacia aquí me las piro..pero claro que viene si no deja de mirar... Mira hoy tienes propina, yo me largo de este sitio y no vuelvo, menudo bar de mierda! La semana que viene me tomo el café en casa.

4 comentarios:

.JL. en los afelios dijo...

Que triste...!!!
No me habría imaginado jamas esa segunda parte,

que pena cuando las impresiones no son lo que parece, y esa chica que cada mañana miras obnubilado en el vagon de metro puede no ser lo que tu imaginación ha creado a la perfección.

Que desilusión, que pena...

Anónimo dijo...

La realidad suele ser muy distina a lo que todos nos imaginamos.

Muy buena la entrada!

Sinsentido dijo...

jo... pobre.no? (primer pensamiento)

... si es que... la poca distancia que hay entre mirar con admiración y parecer un obseso baboso jajaja (segundo pensamiento)

... nota mental: practicar delante del espejo :-P

Me ha gustado el texto, muy original :-)

niña de azucar dijo...

hay tantas verdades para una misma realidad...